Cartas de Argia para Danna y Aitana (13)

Danna:

“Algún día ella también será una letra universal”

Te conozco, sé como eres, lo que piensas, lo que sabes hacer y lo que no.
Tú de mi, lo mismo.

Te acuerdas de aquel día que me preguntaste casi sin conocerme porque estaba tan contenta y yo te respondí “nada, es que soy así”?

Tu amplia sonrisa y tus cejas arqueadas me hicieron morirme de la risa.

Tu alegría y tu tristeza, tu pasión por todo lo que haces, te envuelve en algo mágico y muy especial.

Te envidio por tener tanta pasión por tu trabajo, por tu vida y por tus cosas.

Te acepto, igual que tú me aceptas a mi, con las virtudes y los defectos que tenemos, aprendemos cosas la una de la otra y eso nos convierte en amigas por mucho que haya habido fibras rotas entre nosotras.

Gracias por haberme hecho reír tanto, y por alegrar mis días.

La amistad rota es muy difícil de reparar, pero el esfuerzo de pedir perdón es algo que no todo el mundo tiene y mucho menos el de perdonar.

Eres grande Danna, eres grande.



Aitana:

“Sus movimientos son limpios y concisos, suaves como la brisa y precisos como un
sin cesar de golpes rítmicos que te dejan sin aliento.”


Todavía recuerdo el primer día que llegaste a mi vida, tu cuerpo menudo y tu pelo largo recogido en un singular moño que te caracteriza, esos andares erguidos.

Sé lo que pensaste cuando me viste la primera vez.

Cuando nos presentaron, ninguno pudo aguantar la risa por tu nombre, que calló más de una boca cuando te vimos bailar la primera vez.

Todas las historias que nos pertenecen hasta el día de hoy, todas las veces que nos hemos separado y las veces que nos hemos vuelto a reencontrar.
En algún momento parecía que ya no nos acordábamos de todo aquello, pero sin querer un día, una llamada y zas! , de repente la melancolía de una relación increíblemente musical, creativa y sobre todo sincera hasta decir basta, como tú me sueles llamar a mí, sincera hasta morir.

Te conocí y tengo la suerte de conocerte, ahora más que nunca parece ser, con tus miedos y tus alegrías, con tus proezas y tus tristezas y sobretodo con esa entereza que me hace envidiarte y quererte mucho más.

Me has enseñado a ser más entera, a preocuparme menos de las cosas que no son tan importantes como creemos a veces, a ver la vida de otra manera.

Perdóname por lo que voy a decir pero saber que perdiste a alguien cercano y tan repentino como yo me hace estar mucho más unida a ti.

Todas las personas que te quieren de verdad, estén dónde estén, están muy orgullosas de ti.
Yo lo estoy.