Capítulos Argia (son borradores y fragmentos, los originales y completos no se publican)

29 de enero de 2011

Pastillera (Capitulo 3)

Mi cita con la Psiquiatra de la seguridad social había llegado, era el día en que todos mis problemas se iban a enfrentar por fin a una solución, a manos de aquella señora mayor de bata blanca con gesto arrugado a la que observé detenidamente durante una rato.
Ví también un calendario con la foto de una chica joven, sonriendo y radiante que ponía algo así como que la depresión se podía superar y me entraron las primeras dudas de porque yo estaba deprimida, que le podía haber pasado a mi vida para desembocar en un vertedero como aquel.
Sentada allí en aquella consulta, con mi rutinario efecto billar, pensé en que ya hacía un mes que había tenido mi primera crisis de ansiedad y después de las palabras de la doctora me quedaba aún muy a mi pesar un largo camino que recorrer.

Le conté lo que me pasaba, le abrí mi corazón a una extraña pensando que me daría una solución mágica a mis mareos, mis sudores, mis vómitos y mis noches de insomnio en las que pensaba que al día siguiente no me despertaría con vida, mientras ella no paraba de firmar papeles y poner sellos en unas recetas que ni por asomo pensé iban a ser para mi, hacía oido sordos a mis quejicas y débiles palabras cuando de repente dejó de escribir, resopló y dijo:
-Todo eso se lo cuentas a la Psicóloga, yo sólo te voy a recetar una medicación.
El mundo pareció caerse encima mío, no podía creer que aquella mujer no era más que un dispensador de pastillas antidepresivas y encima borde, no me pude contener y lloré, cosa que hizo enfadar aún más aquella pastillera de pacotilla recriminándome que los jovenes no sabíamos más que llorar y coger bajas para no pegar palo al agua.

Me recetó seis pastillas diarias, pastillas que hoy se conocen como Tranquimacin, dos por la mañana, dos por la tarde y dos antes de ir a dormir, me quedé perpleja y para finalizar la consulta de 10 minutos que había estado esperando durante un mes me dijo:

-Vienes el mes que viene y a ver como te encuentras, pasa por la planta uno a que te den hora con la Psicóloga.
-Ah pero es que no tengo hora aún? Repliqué.
.No, todavía no, la tienes que confirmar en la planta uno.
-Pero....

Ni siquiera me dejó acabar de hablar que ya me había cerrado la puerta en las narices, no lo podía creer, otras dos semanas esperando a que alguien me diera una solución a todo lo que me estaba pasando.

2 comentarios:

alejandra dijo...

Falta de tacto, educación y profesionalidad, seguro que hablamos de la seguridad social...

Unknown dijo...

bueno este texto es parte de un libro, pero si la verdad es que esa es la idea, me alegro que te haya llegado!saludos

Empecé a escribir porque me daba miedo expresar en palabras lo que sentía.

Argia tiene una vida interior complicada y llena de controversias.
Su punto de locura es a veces incomprensible.
Se mueve por impulsos.
Aunque todo vaya mal siempre encuentra una salida por donde escapar.
Argia, como su nombre indica es la luz del miedo, la voz de historias que sobrepasan lo cotidiano.
Fresca, directa y sin censura alguna.
Una vida perdida entre los sueños, en su realidad apartada del resto del mundo.