Capítulos Argia (son borradores y fragmentos, los originales y completos no se publican)

28 de enero de 2011

La Primera vez (Capítulo 1)

Subí las escaleras del instituto que habían sido cerradas por una puerta metálica de color verde para impedir que nosotros los alumnos hicieramos campanas, había que tocar el timbre, entonces el conserje te abría la puerta para entrar pero no para salir dentro de hora escolar sin un justificante firmado por los padres, cosa que ya no me preocupaba demasiado, porque no sería necesario para mi hacer muchos novillos ni falsificar justificantes ya que solo tenía tres asignaturas para recuperar. Era la tercera vez que repetía Segundo de Bachillerato, durante aquellos años había estado atenta a otras muchas cosas, a los chicos, a fumar porros, a jugar al fútbol, a escribir mis poemas en las horas de clase, a salir (engañando a mis padres porque no me dejaban) y a emborracharme con un malibú-piña y vaguear por las calles pensando en las musarañas y en que mi sueño era ser actriz y actuar en las series de moda como "Al salir de clase", pero debía estudiar y aplicarme mucho, por lo menos que lo pareciera, si quería que mis padres me pagaran la escuela de Arte Dramático y sobretodo que vieran que quería estudiar Teatro de verdad, que no era otro de mis caprichos del que me iba a olvidar en dos días como tantos otros.

Durante el día de la presentación del curso me harté de alardear que sólo me habían quedado tres asignaturas, Latín, Geografía e Inglés.
Mi primera clase fue la de Latín, a las 8.30 de la mañana, "torturam maximum", que aburrido oir otra vez aquello de las declinaciones y de traducir frases como "Personam tragicam vulpes viderat", además la profesora no hablaba ni una palabra de castellano en toda la hora, pero tenía que esforzarme mucho para llegar a ser una gran actriz y que todo el mundo me conociera, quisiera hacerse fotos conmigo, me presiguieran por la calle y me pidieran firmar muchos autógrafos.

Después de los cuarenta minutos interminables por fin sonó la campana del final de la clase de Latín, Pere, mi novio desde hacía ocho meses, me esperaba en la puerta, nos fuimos al parque de enfrente a fumar porros, solíamos hacerlo mucho, era nuestro pan de cada día, ya no tenía clase hasta el día siguiente.
Sentados en el banco vimos a Verónica, delgada, culo respingón, con la nariz pequeña y los ojos enormes, el sueño de todo hombre para tener y el sueño de toda mujer para ser, estaba paseando a sus dos perros, una amiga desde la infancia, de esas que con los años ves poco pero que siempre te vuelves a encontrar y cuando lo haces no puedes parar de hablar.
Cuando sus perros me vieron empezaron una carrera imparable hacía mí, moviendo sus colas velozmente, como lo vi venir, cerré las piernas en banda mientras Pere se reía burlescamente prediciendo lo que iba a pasar, y así fue, me llenaron de barro los pantalones cosa que provocó una desatada risa entre ellos y un monumental cabreo para mí.
Y en mi afán de restregar por la cara a todo el mundo mi situación, le conté a mi amiga que sólo iba a tener tres asignaturas ese año, que iba a ser todo muy fácil y tranquilo, pero el sueño dorado de cualquier repetidor duró poco, se vió truncado por la mención por parte de Veronica sobre la Historia de Primero de Bachillerato, lo había olvidado completamente o quizá había sido mi memoria traicionera que había aplastado mi verdad de que si tenía una asignatura de Primero debía repetir el Segundo entero y de repente y como excusa a mi error mentí, les dije que lo había preguntado y que me habían dicho que aún teniendo un suspenso de otro año sólo debía recuperar esas cuatro asignaturas, pero el haberme engañado a mí misma no iba a servir de nada, sólo para quedar bien o menos culpable de todo lo que estaba ocurriendo.Lo más fácil era exculparse y no coger los errores por los cuernos.

Me levanté del banco un poco alterada alegando que debía irme a comer a casa, ni siquiera le di un beso de despedida a mi novio, vaya cara que puso, las cosas no andaban bien entre nosotros, yo buscaba otra cosa que por el momento no encontraba en ningún hombre, así que me fui alejando mientras ellos se quedaron charlando de sus cosas y aunque Verónica era muy guapa y más ligera aún de bragas capaz de soplarte al novio en un segundo ni siquiera ese segundo de celo asomo a mi extraño corazón que últimamente latía en dirección contraria.
Al llegar al cruze de mi casa con el instituto me desvié por el camino que me llevría a la realidad, la sala de profesores donde al llegar encontré a mi tutor que me explicó con sosiego y paciencia todo lo que yo ya sabía, tenía que repetir el curso entero, me había mentido a mi misma y total para que, porque el resultado fue el mismo, otro año igual, recuerdo muy bien la frase que me dijo al contarle que quería ser actriz, con tono irónico me replicó: -Se te dará muy bien eh?, sin saber que decir refunfuñé para el sucio cuello de mi camisa, me di la vuelta y me fui para casa.
De camino, hacía el sermón diario de mis padres, de que no me enteraba nunca de nada, de que pasaba de todo, los porros habían hecho su efecto, ralentizar mis nervios agudizando mi preocupación a paso lento y muy sentido, que iba a pasar ahora?, ya no podría ir a las clases de Teatro, los estudios me iban a llenar las tardes de fingidos deberes y falsas visitas a la biblioteca, otro año perdido, no quería esperar más y para mi los estudios por entonces no eran importantes, me daban absolutamente igual, yo sólo quería actuar y ser famosa, darle en los morros a todos aquellos que no creían en mi, que eran muchos, a todos lo que se aprovechaban de mi, que eran demasiados, y a aquellos que de pequeña me habían insultado y pegado, que no eran pocos.

Al llegar al rellano de mi casa me extrañó no oír el telediario del mediodía, al meter la llave en la cerradura abrir y decir hola, fue raro que mi padre no carraspeara para seguidamente decirme hola, siempre lo hacía, pero mi mayor angustia en ese momento era como decirles que quería dejar el colegio para estudiar Teatro, y la idea más ocurrente que tuve fue no ir más a clase, fingir que estaba mal o depresiva y que me pillaran haciendo campana, así, aún teniendo un nubarrón negro por encima de mi cabeza al final iban a ceder a mis deseos, porque siempre lo hacían.
Dejé mis cosas en la habitación ligeramente aliviada de que no se encotraran en casa asi tenía más tiempo para pensar cómo iba a decirles todo lo que me estaba pasando, me senté y me comí la verdura bastante rápido.

Al rato vi una nota en la entrada de mi casa que ponía: "Argia, no venimos a comer. Papas."
Tenía hasta las cinco de la tarde para pensar que hacer, me tumbé en el sofá y me quedé adormilada viendo "Betty la Fea", mi cabeza estaba llena de suposiciones, conversaciones ficticias en las que siempre ganaba yo, lloros, risas, aceptaciones y broncas monumetales de los temidos enfados de mi padre; les iba a decir que ya era mayor a mis veinte años de edad, que podía decidir lo que quería hacer, que me tenían harta de tanta charla, que me dejaran en paz o si de lo contrario no me decian nada, que lo dudaba mucho, que eran los mejores padres del mundo por aceptarme tal y como era y por respetar mis decisiones de adolescente adulta. Aquellas ideas como puestas en una batidora que rebosaba de un zumo negro, negro.
Pero no hizo falta pensar más, ni hablar, ni esperar nerviosa a oir como la cerradura abría la puerta que separaba mi cabeza del cuerpo, ni discutir, ni gritar, ni llorar, ni nada, los echos cayeron por su propio peso.
Tenía una sed atroz y al incorporarme de mi siesta, un mareo azotó mi cabeza, di un golpe seco hacia delante con mi espalda, para poder equilibrarme, la viva imagen de una puñalada trasera,, equilibrio que al paso de los minutos se hizo más débil, mis ojos se abrieron como platos y una electricidad se disparó hacía los dedos de mis pies, mi cara quedó empotrada en la tapicería del sofá, mis piernas estaban agarrotadas y mis manos apretadas se hundían en el posa brazos, me quedé un instante inmovil para analizar la situación y empezé a balancearme en todas las direcciones para acompañar mi mareo dándo vueltas y pequeños golpes como si de la carambola de una bolar de billar se tratara, de un lado a otro intentando encontrar una posición para deshacerme de aquella indescriptible sensación, empecé a sudar y a tener unos escalofríos que hasta me dolían, la piel me ardía, me sentía como una olla a presión, sacaba humo por todos los orficios de mi piel, me fui despojando de mi ropa en un acto reflejo, del cuerpo cuando tiene calor, fuera camisa, fuera pantalón y fuera bambas y calcetines, agarrándome fuerte a los pies en estado de congelación, por más que apretaba con mis calientes manos no podía sentir mis dedos, estaban rojos como un tomate, me quité las gafas torcidas y empañadas de aliento y de las primeras lágrimas de miedo que agravaron mi situación. No podía respirar, parecía un pez saliendo a la superfície del agua para removerla en busca de oxígeno. Creí que iba a morir, que mi vida se acababa en aquella siesta, que mi cerebro había dicho basta y que por alguna razón la história de mi corta vida había llegado a su fin.
Como pude me puse en pie para llamar a mi madre al trabajo, cogí con mi temblorosa mano el telefono y la llamé, entre balbuceos y con la voz entre cortada le dije que estaba muy mareada, que no me tenia en pie y que porfavor me ayudara, estuve llorando como un bebé, semidesnuda, en ropa interior,y acurrucada en un rincón entre el sofá y la puerta del balcón, oyendo las palabras de mi madre como la medicina de mi salvación que me dijo que fuera a su trabajo a buscarla, que íriamos al médico, pero como iba a ir yo al médico si nisiquiera podía andar, ahora sentía un frío inmenso, una congelación en mi cerebro que no me permitía pensar mucho.
Después de mi mirada fija en el suelo, mi balanceo de unos diez minutos y aunque seguía lloviendo en mis ojos la tormenta había pasado, me vestí rápidamente para que no me volviera a atrapar el huracán y llegué entre ligeros mareos y suave ventisca hasta el lugar de trabajo de mi madre, que pálida del susto me llevó hasta el ambulatorio.
Ecatombe bajo del techo del ambulatorio, mientras mi madre explicaba sobresaltada en el area de "triatge" lo que ocurría en modo trabalenguas, caí al suelo como una pelusa desde lo alto de una estantería a cámara lenta, víví paso a paso todo el proceso de un desmayo en toda regla, empezé a notar una opresión en mi cabeza que poco a poco tapó mis oidos y me dejó ciega, al principio lo veía todo pixelado, como cuando aumentas una foto a un tamaño descomunal y despúes todo negro, no conseguí articular palabra pero con mis manos logré tocar a mi madre y lo último que recuerdo fueron mis rodillas picando fuertemente contra el suelo, después supongo fue como apagar un televisor en ese punto entre la imagen y el color negro de un ser en "off".

"Tengo frío, deseo despertar y lo único que consigo es entrever una luz blanca, oír murmullos alterados y algunos sonidos que hacen un ruido espantoso, no me puedo mover, mi cuerpo no responde a las órdenes que le doy, me siento encarcelada, atada a algo, no recuerdo el nombre de nada, ni siquiera el mio. Sombras de colores revolotean a mi alrededor, me tocan y dicen cosas, sollozan y ríen nerviosas, susurran y hablan. La ventana se abre y salgo volando, un mundo de colores penetra en mis ojos, muevo mis brazos, mis piernas, grito, grito palabras, oigo un silbido agudo, las nubes son azules, el sol brilla como nunca, hay pájaros cerca de mi, puedo tocar las nubes que se deshacen entre mis dedos; de repente una nube gris invade mis colores y me hace descender en picado, oigo un silbido agudo, cada vez es más estridente, mi cuerpo se zarandea sin parar, siento golpes muy fuertes en la nuca y mi boca esta llena de nube blanca que se derrama por mi cuello, los pajaritos me cogen al vuelo, impiden mi caída, no quiero seguir, quiero seguir volando libre.

Al encederme de nuevo, mi madre me tenía la mano cogida, su mano sudorosa y protectora, había llorado porque tenía los ojos húmedos y la boca seca, no pudo decirme nada, ni siquiera mirarme podía; la imagen de repente volvió a mis ojos de manera paulatina, restregué mi mano helada por mis ojos cosidos y me reincorporé bruscamente por el susto pero el mareo persistió pesado y con la ayuda de la enfermera me recosté otra vez con los pies en alto, temblando todavía pero más relajada, y pensando en el sueño que habia tenido durante la perdida de consciéncia con un suave zumbido en mis oídos dije la palabra mierda unas cien veces seguidas intercaladas por los "cállate"que mi madre decía en voz de susurro.
Había tenido mi primera crisis de ansiedad, la enfermera, rubia y con el pelo largo, los ojos enormes y los labios finos me recetó unos sedantes y me dijo con voz preocupante que debía tomarme la vida con más calma y que si en unos día no se me pasaban los mareos debía visitar a un psicólogo pero después de lo visto cambió de opinión y me dió cita para el psiquiátra de la seguridad social. Para el mes siguiente.

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Empecé a escribir porque me daba miedo expresar en palabras lo que sentía.

Argia tiene una vida interior complicada y llena de controversias.
Su punto de locura es a veces incomprensible.
Se mueve por impulsos.
Aunque todo vaya mal siempre encuentra una salida por donde escapar.
Argia, como su nombre indica es la luz del miedo, la voz de historias que sobrepasan lo cotidiano.
Fresca, directa y sin censura alguna.
Una vida perdida entre los sueños, en su realidad apartada del resto del mundo.